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Coure
5 / 10 Critica
Coure

Coure

Al atravesar el umbral de la puerta de Coure, me encuentro en un espacio elegante decorado en tonos marrones. En seguida me atienden y me conducen a mi mesa. Pido sin pensarlo el menú degustación de 45€+IVA, aunque hay uno por 35€. Me apetecer probar el mayor número de platos posible, ya que muchas personas próximas me han recomendado el restaurante muy efusivamente. El servicio es amable, y pronto me traen pan de elaboración propia, palitos de pipas y curri, aceite y sal. De aperitivo, paté de jabalí. El primer plato es un huevo cocido a baja temperatura con quinoa, cebolla deshidratada y ravioli de queso con caldo de ave. La textura del huevo está especialmente conseguida. En comparación con todos los huevos que he probado, este está realmente al punto. La combinación de gustos es correcta pero no excelente. Se trata básicamente de un alarde de técnica culinaria. Después pasamos a la ostra con crema de moniato, lima y emulsión de jengibre. Aquí sí que pruebo algo diferente. Los sabores son buenos por separado y muy buenos combinados, forman un sabor nuevo, casi especial. Continuamos con la perdiz deshuesada con ceps y espinacas, seguida de la lubina con polenta, café y alcaparras. Muy correcto.   Llegamos al pichón en dos cocciones con risotto de ceps. Simplemente sublime. De repente, recupero la fe justo cuando pensaba que no iba a cumplir con las expectativas. Y cuando llegan los postres (aunque en general no soy gran amante de ellos), me acaban de convencer. La fruta de la pasión, mousse de coco y helado de menta es delicioso. Tan bueno junto como por separado. Para mí, el plato más redondo de todo el menú: original, sorprendente y muy bueno. Realmente de muy alto nivel. Cuando doy por acabado mi menú, me sirven las texturas de chocolate con cerezas al licor. La verdad es que me cuesta emitir un veredicto ya que estoy tan lleno que ni lo disfruto. Como conclusión puedo decir que las buenas críticas del restaurante son bien merecidas. El menú es completísimo y los platos son sorprendentemente generosos por tratarse de una degustación (quizás debería haber pedido el menú de 35€), hay altibajos pero todos los platos superan el notable. Sin duda, Coure es un restaurante que hay que tener en la agenda, ideal para muchas ocasiones como celebraciones especiales o comidas de negocios. Yo seguro que vuelvo. Ver restaurante

La Clara
8 / 10 Critica
La Clara

La Clara

El letrero de La Clara reza un escueto “Bar-Tapas-Restaurante” que no engaña a nadie. Nada más entrar me topo con una barra de bar, concurrida y agitada, que paso de largo como si no tuviera nada que ver con el restaurante. El local tiene forma de herradura, así que en cuanto llego al fondo del pasillo, donde la gente charla animadamente mientras engulle algunas tapas, un leve giro me transporta a la parte que realmente me interesa, el restaurante. Está decorado en tonos blancos y negros y un gran espejo preside la pared más grande. También veo una pantalla de televisión. Se nota que es nuevo, o por lo menos que ha sido renovado totalmente hace muy poco y, aunque noto que los dueños han querido impregnarlo de diseño y líneas modernas, a mí me sigue resultando tan acogedor como La Clara de l’Ou, el restaurante que anteriormente ocupaba estas paredes. Sin duda acogedor a la vez que elegante.Por una vez en la vida no me cuesta apenas planificarme la comida. La carta no es muy larga y el milhojas de foie con huevo frito me está llamando a gritos desde que lo he visto. En cambio, la carta de vinos es súper completa. ¡Parece un libro! Ahí voy a tener más problemas. Tomaré el magret de pato con frutos rojos de segundo así que optaré por un tinto joven para acompañarlo. Para ir abriendo boca, pido una ración de pan de coca con tomate, un clásico que no suele fallarme. Me lo traen ipso-facto –confieso que el servicio es de los más rápidos que he visto últimamente –. Supongo que lo de servir tapas rápidas en la sala de al lado influye en el resto de la cocina. Es mi primer contacto con la comida de hoy y sin duda muy acertado. El pan de coca está buenísimo y me recuerda el que probé hace unos días en el Paco Meralgo.Enseguida tengo ante mí el milhojas de foie con huevo frito, o al menos eso me asegura el camarero cuando le pregunto y es que lo que ven mis ojos es algo más parecido al Big Mac de un McDonald’s. Desde luego no tiene el aspecto que me había imaginado pero, como se suele decir: “las apariencias engañan” y esta vez he caído en la trampa. En cuanto le doy el primer mordisco respiro tranquilo: ¡está riquísimo y mi plato queda limpio en menos de cinco minutos!La espera del magret me tiene en vilo. Me preparo para un nuevo choque visual pero, como ya he comentado, el servicio es rápido en La Clara y tampoco tengo tiempo de darle muchas vueltas al asunto. Cuando me sirven el magret compruebo, aliviado, que tiene aspecto de magret y viene acompañado de manzana. Está bueno. Quizá le falta espíritu pero es correcto.Tengo un poco de prisa así que decido saltarme los postres y voy directamente al café mientras intento valorar la experiencia. Cocina correcta a un precio correcto. Pero quiero dejar claro que La Clara no me parece para nada un restaurante más. Creo que es sin duda un lugar a tener en cuenta y donde se puede comer muy a gusto por un precio más que adecuado. Está a un paso de ser un lugar de referencia y para mí es cien por cien recomendable.

Kibuka Goya
Critica
Kibuka Goya

Kibuka

Una amiga me recomienda este restaurante japonés de Gracia y, como suelo coincidir con ella en lo que a gastronomía se refiere, decido acercarme. Lo primero que me sorprende del Kibuka es que su aspecto no tiene nada que ver con los restaurantes japoneses a los que estoy acostumbrada. El techo, de vigas, los camareros atienden en castellano porque la mayoría son argentinos y los 3 sushiman que se mueven detrás de la barra, tienen de japoneses lo que yo de top model. Eso sí, en la frente llevan el típico pañuelo que hiciera famoso el señor Miyagi en Karate Kid, aquel que le pedía a Daniel Son que diera cera y después la puliera. Pues bien, éste es el panorama que me encuentro cuando a las 22:30 horas atravieso las puertas del susodicho restaurante después de haber sorteado grupos de amigos y algunas parejitas que aguardan en la calle. El bullicio de dentro y la cola que se ha formado afuera me hacen pensar que tal vez el personal andará un poco nervioso, histérico quizás, pero nada más lejos de la realidad. Una sonrisa por aquí y otra por allá. “Tienen para 45 minutos aunque si quieren ubicarse en la barra, podrían hacerlo ya”, nos dice el encargado que también es argentino. Nos miramos y decidimos sentarnos en la barra, desde donde vemos cómo trabajan los sushimen, que al final resulta que son tan brasileños como Ronaldinho, y comprobamos que, aunque aquí se trabaje a tope, las buenas maneras y la simpatía no se pierden nunca. Nos atiende una camarera que pone el toque oriental al establecimiento porque es el único miembro visible del personal con los ojos rasgados. Nos pasa una carta plastificada de esas que exhiben platos por delante y por detrás y descubrimos entonces un sinfín de propuestas que van desde makis con carne, con pollo, con queso, con mayonesa, vegetarianos, con cangrejo, con o sin picante, a los rollitos japoneses más clásicos. Las combinaciones que elaboran son originales, divertidas y aptas tanto para aquellos paladares que gustan de la comida japonesa auténtica cien por cien, como para aquellos que no pueden con el pescado crudo. Precisamente aquí debe de estar la clave de su evidente éxito -hora después de sentarnos en la barra, todavía sigue entrando gente. Nuestra elección incluye Spicy Maguro Tempura, una especie de atún picante rodeado de una alga rebozada y Ebi Tempura Uramaki, que lleva cangrejo en tempura, huevas de pescado alrededor y mayonesa, impresionante. Continuamos con el Salmón Skin-Uramaki, un rollito hecho con salmón ahumado y piel de ese mismo pescado a modo de relleno y una abundante ensalada de algas (hay de dos tipos) con una salsa que no te cansarías de echar encima. Acompañamos nuestra comida con un crianza de las bodegas Ramón Bilbao, ya que el Protos Crianza que anunciaban no se correspondía. Todo, 30 euros por cabeza. La valoración final no puede ser más que muy positiva, sobre todo después de comprobar la muy correcta relación calidad-precio. Sólo puedo reprochar que la carta de vinos no se correspondiera con lo que se sirve. Ver restaurante