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Tik Asian by The International Kitchen
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Tik Asian by The International Kitchen

Sindur

Lo primero que llama la atención al entrar en este pequeño restaurante –la verdad es que me lo imaginaba bastante más grande- es que no se trata del típico hindú cargado de adornos, tallas, budas y dorados. Al contrario, a primera vista el local tiende más a restaurante de negocios que a restaurante tradicional, supongo que por su decoración moderna en tonos oscuros -donde predominan los grises, el negro y los granates-, y a la ausencia prácticamente total de madera. Tenía que haberme tomado un poco más en serio el eslogan del Sindur: “Fine Indian Cuisine”. Si la comida no es del montón ¿por qué iba a serlo su ambiente? Una vez dentro, me queda claro que en Sindur no han dejado nada al azar y que, efectivamente, no es un hindú más. El local me resulta exótico a la vez que coqueto, moderno, elegante y además confortable, algo muy de agradecer porque lo moderno y lo cómodo últimamente no siempre van de la mano. Sólo hay una cosa en este ambiente tan zen que me disgusta: las servilletas son de papel. ¡No pegan! El personal del restaurante me da la bienvenida muy amablemente. Son educados y muy atentos y, si a eso le añadimos la música que suena de fondo, suave y relajante, uno se siente muy lejos de la oficina. Sin duda, esta comida me servirá para desconectar más que nunca. Me siento en una mesa de dos y pido la carta. Tras un breve vistazo –veo platos realmente curiosos e innovadores- hoy opto por escoger el menú del día. Hay gambas, pollo, una gran variedad de verduras… pero acabo eligiendo el cordero como plato principal. Mientras espero a que me lo sirvan me llevo la segunda desilusión: el vino tinto del menú no vale mucho. Es lo que tiene renunciar a la carta. El plato principal en cambio sí me resulta interesante. El cordero me lo sirven como si fuera un plato combinado a base de cinco terrinas y un pan de pita. Lleva arroz como acompañamiento y, una vez probado en todas las salsas, la verdad es que está realmente bueno. Mientras me dispongo a abonar la cuenta, me doy cuenta de que hay poca gente en el restaurante para ser viernes al mediodía. Apenas hay cuatro mesas ocupadas. Y es entonces cuando decido que Sindur se merece otra visita por mi parte. Pero una nocturna, para cenar y, si puede ser acompañado, aún mejor. Es un restaurante ideal para una cita romántica y me queda una asignatura pendiente: explorar la carta. Ver restaurante

Bimba's
8 / 10 Critica
Bimba's

Buena trattoria con genial terraza en Sarriá

Bimbas es un restaurante al que yo voy mucho en la zona de Sarriá, encima digamos del Hospital de Barcelona (Diagonal-Numancia). rnBimba's es un restaurante que nunca falla, no es que sea el mejor de Barcelona pero el producto es bueno, también el servicio y el local mola. rnBimba's tiene una terraza tranquila y romántica, mesas redondas y una terraza muy amplia y agradable y tranquila. rnEl ambiente es bastante joven, tienen DJ de jueves a sábado, y ofrecen servicio de cocina ininterrumpida. Cierran bastante tarde así que es perfecto para ir luego a tomar unas copas.rnLa carta del Restaurante Bimba’ses bastante extensa, con ingredientes de primera calidad y que se basa en pescados, pastas y carnes.rnLa comida es típica de una trattoria: ensaldas, entrantes, carpaccios, pasta, pizzas, carnes y pescados. Todo buenísimo. rnRecomiendo especialmente el carpaccio de calabacín con aceite de oliva y sal Maldon, y cualquier sugerencia de la semana. Ahora también hacen sushi, y muy bueno!! rnAh y tienen una tarta de chocolate sin harina, perfecta para celíacos, que está que te mueres!

La Plassohla
Critica
La Plassohla

Ohla Gastronomic Bar

Hacía tiempo que tenía ganas de ir al gastrobar de Xavier Franco, chef estrellado de uno de mis restaurantes favoritos en Barcelona, el Saüc -desde hace cosa de un año también situado en el fantástico Hotel Ohla, justo encima del espacio del que hoy quiero hablar. Ubicado en los bajos del hotel, en plena Via Laietana, el espacio es moderno pero cálido, muy acogedor, y a la hora de comer está inundado de luz natural. La larga barra de madera –desde donde se ve cómo trabajan los cocineros- preside el restaurante, en el que también se puede comer en sus cómodas mesas junto a la cristalera. El servicio, joven y dinámico, trabaja con rapidez y amabilidad y se muestra totalmente predispuesto a hacer de mi almuerzo por lo menos un rato de lo más agradable. Empiezo con las patatas bravas de la casa. Muy buenas, al punto pero a mi gusto –reconozco que quizás soy demasiado crítico con esta especialidad- les falta ‘bravura’. Las croquetas de pollo y bacalao excelentes, especialmente las últimas. Los hatillos de queso resultan un plato ideal para compartir y, con una base de cebolla caramelizada, me parecen muy bien resueltos. Los mejillones a la brasa con salsa marinera frescos, muy muy buenos. Sin duda, Franco apuesta por una cocina inteligente y efectiva. La ración de steak tartar con helado de mostaza dulce es muy pequeña, pero a su favor debo decir que incluso las tostaditas que lo acompañan valen la pena, se nota que detrás de su elaboración hay alguien que sabe de qué va esto de la cocina. Eso sí, no es del todo adecuado para aquellos a quien no les gusta el picante. A la hora de los postres, me decido por las torrijas de Santa Teresa con helado de vainilla. Tardan un poquito en servirlas pero la espera se justifica rápido: no las hacen fritas sino caramelizadas. La acertada variación consigue un resultado sublime. Mientras acabo mi ágape con un café, proceso toda la información. Algunos de los platos me han recordado grandes momentos en otros restaurantes. Las bravas al Bohèmic, los postres al Gresca… Sin llegar a aquel punto de gloria de esos momentos memorables, el Ohla llega muy alto. La relación calidad-precio es óptima. La cuenta sale a 38,40€ (vino incluido), aunque por 30€s se puede comer de maravilla e incluso hay un menú por 22€. Estoy seguro de que repetiré en este gastrobar en el que, doy fe de ello, se sirve alta gastronomía en pequeño formato. Ver restaurante